Cuaderno de Bitácora Piscis Diving 11. Mayo. 2006
Hola buzos,
los días van cayendo uno detrás de otro, el verano está a la vuelta de la esquina. La temperatura del agua en aumento, 15 grados, la visibilidad hoy ha sido espectacular, unos 15 – 20 metros, incluso los primeros metros de descenso, aunque esté empezando a llegar gran cantidad de plancton que se acumula en los 10 primeros metros de profundidad. Los animales se están metiendo una orgía considerable a base de sexo y papeo, los nuevos embriones subacuáticos se están metamorfoseando…
La metamorfosis del homo sapiens se produce en aguas confinadas.
El embrión es concebido por un instructor, el buzo que salga en cuestión dependerá en gran parte de la habilidad del bicho y la destreza del instructor.
He visto verdaderos polvos subacuáticos donde el oligoelemento descendía con el alumno lastrado hasta reventarle los tímpanos.
– «¿Porqué no has compensado?», le decía el becerro.
– «Es que ya te he dicho que estaba algo costipado, lo siento». ¡¡ Madre mía!! Vaya polvo más mal echado.
He visto otros instructores intentando sacarles hasta la última peseta con tal de sacarse una buena comisión.
Pero uno de los que me dejó marcado fue un instructor técnico mega-súper-master-diver que llevando solo un alumno para fecundar se olvidó su óvulo subacuático, o sea, la botella con todo aquel atalaje técnico que ni yo sabría como desliar lleno de correas, gomas, linternas… Cuando el barco ya llevaba rato navegando súbitamente dimos un giro de 180 grados y ¡ala!, a la playa a recoger el equipo que, gracias a dios, nos encontrábamos en Tailandia y allí es raro que nadie te toque nada. Allí estaba, tostándose al sol aquel óvulo subacuático, chuchurrio, resecoso, con restos del salitre de la última inmersión.
El homo sapiens, al llegar al liquido caldoso, está en un estado de ansiedad considerable. Es evidente: es su primera vez. El ritual es sencillo cuando lo has hecho 4 veces, pero la primera vez, siempre es la primera vez.
He visto alumnos que se ponían la cremallera del traje al revés, que se calzaban el traje por la manga, pero además lo conseguían, alumnos que se ponían una pierna por el brazo, que salían del vestuario con la toalla exterior del traje mirando al sol (parecían peluches depilados). Este fin de semana tuve a un embrión que consiguió hacer todas las maniobras antes expuestas cada vez que se cambió el traje. Luego en el agua se deslizaba muy bien, pero con el traje lo llevaba jodido. Yo siempre lo digo: lo peor del buceo es ponerse el traje de buceo.
La primera aproximación al fondo de la probeta es caótico.
El homo sapiens le suele vencer de tal manera la botella que la imagen es la de unos vaqueros americanos montando un toro salvaje, lo único que este caso es el toro el que monta al vaquero y lo tumba, lo revuelca, lo vence para atrás, lo ladea, lo tira, lo escupe, pero, al final, el buzo se serena, lo siente, lo quiere, lo ve y se relaja. Después de unos empujes de la membrana del regulador el buceador ya siente el aire seco entrar en sus pulmones. Comienza a ver su respiración. El diafragma empuja el aire una y otra vez a los pulmones. El cerebro se bloquea por momentos, estamos debajo del agua y podemos respirar.Después de miles de años de evolución, el ser humano ha conseguido volver al medio acuoso acompañado de un tanque de aire que le permite desconectarse por unos momentos del resto de la humanidad.
Hay embriones de buzo que llegan a la probeta sin haberse desarrollado. Algunos nunca calzaron aletas. El sistema de natación va desde el estilo «Mazinger Zeta» hasta el estilo «Aserejé» de las Ketchup. Según van pasando los días la técnica se va mejorando por momentos, hasta dar al buzo la total libertad que da el ser capaz de respirar debajo del agua después de miles de años de involución, en el agua, donde no existen los diálogos verbales. Es mucho más difícil estar en desacuerdo, lo único que interesa es el placer de sentir entrar el aire en tus pulmones mientras te deslizas por el liquido, intentando ser parte de esta parte del planeta liquido donde la madre naturaleza nos abre los brazos para recibirnos y trasmitirnos el mensaje de paz que da hacerse un buceito como dios manda.
Es otra filosofía de vida, es el buceo.
Bienvenidos a los nuevos buzos,
Buen Buceo Buzos,
Fran