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Cuaderno de Bitácora Piscis Diving, 4. Mayo. 2005:

Hola buzos,
¡Por fin un fin de semana como dios manda! Sol, mar en calma y, como no, el arrecife en plena revolución, con una visibilidad de escándalo: 20 metros. Una locura! Nada de corriente y además un silencio típico de esta época del año al no haber tantos oligoelementos con el barco montando escándalo.

Sábado 10:00h:
Los buzos ya están preparando los equipos. Nerviosismo mínimo de la primera inmersión en algunas caras. Brifing de la inmersión y ¡ala, pa el arrecife! Después de amarrarnos a la boya comenzamos a equiparnos. Ajustes de equipo, revisiones de seguridad y ya estamos en el agua. La visibilidad es riquísima, el agua fresca, (a unos 15 grados). El grupo está tranquilo. El buceo será bueno.

A unos 18 metros de profundidad el agua tiene un color azul cielo y aparecen dos peces, los petos. Danzan uno al lado del otro y en un momento de entusiasmo se muerden por la boca quedando enganchados durante unos segundos y luchando en el azul. Se disputan un hueco fantástico. Está completamente tapizado de algas, dándole un aspecto de cuna blandita. Es donde pondrá el peto los huevos una vez que haya terminado de llevar todas las ramitas que durante días habrá ido recolectando a lo largo del arrecife.
Y entonces apareció ella.
Al principio me asusté, lo tengo que reconocer. Una mancha oscura se me acercaba desde una distancia que me impida ver lo que se me estaba aproximando. Su melena larga y oscura, su cara clara con líneas que la cruzaban de un lado al otro, el flequillo delgado se le ondulaba suavemente y su movimiento era la contracción de un corazón que late por amor. Entonces me di cuenta que su tamaño era de más de 3 metros. Un buzo que había dejado a su buceadora en el banquillo se acercó a ella y en un abrir y cerrar de ojos ya los estaba inmortalizando en mi cámara. La medusa era enorme. Su tronco compacto, lleno de filamentos urticantes, parecía la estela de un meteorito. Alrededor de ella se concentraban otra caravana de medusas más pequeñas que la acompañaban en esa migración hacia la superficie. Las medusas, eso si, mucho más pequeñas, forman uniones entre ellas y tienen la forma de la cadena del ADN y así se van desplazando esta sopa de medusas que viene de las profundidades por esta época del año. O sea que, si los cálculos no me fallan, pronto tendremos algún pez luna, pero eso ya será otro cuaderno de bitácora.

Buen buceo buzos,
Fran