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En cada inmersión espera una nueva aventura

Cuando hablo de submarinismo estoy hablando de aventura, detrás de cada inmersión se esconde una nueva experiencia, buceo, inmersión, sumersión, submarinismo, hablo de aventura.

Tu equipo parece ser parte de tu piel, apenas desciendes y no notas nada, todo es un fluir en el líquido que todo lo rodea. El mar, suave en superficie, es un espejo que a ti no te importa romper, la luz que se estrella contra el espejo infinito de agua salada que todo lo cubre es un elemento perturbado sólo por el respirar de tu regulador,  comienza la inmersión en busca de aventura.

¡Qué increíble ha amanecido el mar! 17 grados de temperatura con una visibilidad de 15 metros.

submarinismo. nace la aventuraPreparamos la sesión de submarinismo en busca de aventura. Mis buzos ordenados uno detrás de otro descienden sin soltarse del cabo. Todo son burbujas de tranquilidad donde el único nerviosismo es el que produce no saber si encontrarás aquello que tantos ansías ver.

Mi objetivo son dos espirógrafos, unos gusanos tubícolas que en forma de plumero viven dentro de un tubo enganchados a una red perdida de un pescador novato. Es fácil la aventura, estos animalejos no se mueven de la zona, eso sí, tendré que acercarme lo más despacio posible ya que un simple movimiento de agua, una sombra sobre ellos o un golpecito de nada, los harán desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Desciendo a 22 metros de profundidad y ya veo aquella maravilla esperando a que las inmortalice con mi cámara. Son tan frágiles que por un momento mi corazón de submarinista se estremece de pensar que podrían desaparecer, por culpa de un sedal o una red perdida o quién sabe, por el golpe de las aletas de un buceador.

 

Mi cámara ya está preparada, mis respiraciones suaves y acompasadas, mis movimientos lentos y progresivos en busca de la foto que me tendrá días maravillado flipando con su belleza. Sólo queda un metro y ya tengo aquella maravilla en el encuadre de mi cámara y ¡clic! En un abrir y cerrar de ojos aquellos maravillosos seres desaparecen sin dejar ni rastro. Mi respiración expresa el disgusto que me he llevado al no conseguir captar aquel momento mágico e irrepetible. Rápidamente vuelvo a mi estado de calma, otro día será, mis músculos ahora ya relajados, mi respiración ya en su tono de tranquilidad y mi ordenador indicando ya el acceso inminente, me invitan a ascender a menor profundidad cuando me encuentro con dos ojos que me están mirando a un metro de mi cara.

¡Increíble lo que puede llegar a regalarte la vida!

Cuando hace apenas un instante algo parece haberte estropeado el momento, un regalo se materializa en forma de belleza. Muchos se preguntarían que cómo puedo ver belleza en algo tan horripilante. No lo sé, simplemente yo la veo.

 

Está tan camuflado con el entorno que si no fuera porque se está moviendo y mirándome con su gran sonrisa no lo habría descubierto.

En una pescadería, muerto, seguro que no le encontrarás belleza, pero vivo… ¡ay amigo mío! ¡Vivo, cambia muchísimo! Como cualquier ser inerte, cuando está muerto ese brillo que sólo encontramos en la vida desaparece.

Tiene unas antenas encima de la cabeza, bueno cabeza lo es todo él, es tan difícil de ver esta maravilla de la naturaleza, que cada vez que veo uno de ellos, me vienen recuerdos de cuando era fácil verlos, eso fue antes de que la pesca de arrastre acabara con prácticamente toda la población.

Imagen  con el campeón mundial de fotografía Carlos Minguell

Imagen fotografia curso carlosminguellPreparo mi cámara, me quiero llevar el recuerdo, nunca me ha sabido mejor un pez que cuando lo inmortalizado con mi cámara. Lo intento, tampoco soy el gran Carlos Minguell, uno de los mejores fotógrafos del mundo submarinos y gran ecologista, cada foto que hace es una delicia para los sentidos ¡Él sí que consiguió fotografiar a los espirógrafos!

Disparo, una y otra vez, procuro no utilizar el flash, no quiero molestarlo. ¡Qué bonito que es! Tiene unas manos que le ayudan a moverse, es alucinante su adaptación, incluso una de sus espinas se ha convertido en caña de pescar y no veas que arte que tiene. Arranca ya cansado de mí y se desplaza a la arena, poco a poco me acerco y lo grabo, me encanta, es precioso este rape, como todos, como todos los que murieron siendo jóvenes atrapados en la redes de los barcos de pesca de arrastre.

 

¡Quiero más momentos como estos! Lleno de singulares seres, que se dejan fotografiar y que mañana estarán ahí para que tú, submarinista, los puedas volver a ver.

 

Buen buceo buzos.

Fran Gómez.

Y tu Submarinista, ¿Me cuentas tus aventuras?