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bucear costa brava



Sábado 18 de Julio
NOCTURNA en Gencat a las 21:30h

Para reservar plaza, llamar al 617.88.54.54


Hola buzos,
¡Qué carlocito que hace! y los buceos suceden uno detrás de otro. El agua a 22 grados en superficie y 19 grados a profundidad, la visibilidad unos 15metros. La temporada está al rojo vivo y los buzos uno detrás de otro se dejan caer un año más por Piscis Diving.

La mañana está preciosa. La luz del amanecer y la brisa marina hace del despertar una religión. Salgo de casa con algo de nervios, hoy vendrán por primera vez un grupo nuevo de franceses, es la primera vez que vienen a Sant Feliu de Guixols, hasta ahora sus escapadas subacuáticas las habían hecho a las islas medas. Aconsejados por otros clubes franceses que ya habían buceado en la costa Ganxona, dejaron caer sus aletas en nuestros mares. Sé que debo hacer como siempre, tratar como me gustaría que me trataran, hacerles ver los encantos que encierran nuestra Mar Mediterránea en plena ebullición, pero los nervios me corroen por dentro, es la novedad de la nueva tribu. El encuentro es cordial y simpático, al parecer alguien les había hablado del hombre rana que habitaba en Sant Feliu de Guíxols, defensor a capa y espada de esta mar ganxona. Entre sonrisas cómplices y gracias, siempre alguno de ellos que chapurrea el castellano, les explico el funcionamiento del centro de buceo, todo trascurre con normalidad.

Llega la hora del briefing, aprovecharemos la primera inmersión para chequear la flotabilidad. Los buzos provenientes del interior de Francia y con un largo entrenamiento en lagos y pantanos con apenas 2 metros de visibilidad sin peces y en agua dulce, necesitaran variar el lastre. La semana será intensa buceando 2 veces al día.

Descenderemos por el cabo hasta el fondo, una vez allí la señal de OK y empezaremos el recorrido. Nada más llegar al fondo fijaros donde está la cadena del fondeo, allí mismo, si nadie la ha matado, encontrareis una morena de considerable tamaño. Siguiendo ese mismo pasillo de arena y a unos cuantos metros de la cadena veremos la cabeza del camello, esa roca cubierta de cnidarios os sirve de referencia para la vuelta. De repente os encontrareis una caída de unos 24 metros de profundidad a unos 30m., ahí debéis prestar especial atención, pues es un área de servicio donde seres mágicos como el pez luna, año tras año vienen a desparasitarse. Se le suele ver boca arriba, extasiado por la limpieza matutina, es tal el relax de este ser que solo lo hará huir la mirada indiscreta de los buceadores, por lo tanto, si tenéis esa suerte, la suerte de ver un mola mola, debéis taparos los ojos, ellos saben que sois unos depredadores, saben ver los ojos del cazador humano y si te los ve, saldrá escopeteado en un abrir y cerrar de ojos, quedándote con las ganas de llevarte ese recuerdo a tu ordenador personal. El truco está en que no os vean los ojos, los que tenéis cámara ya sabéis, la cara tapada con la cámara y el disparador apunto, los que no lleváis cámara, taparos la cara e intentar ver a través de los dedos, estar atentos al ordenador, no os dejéis hipnotizar por el dios narcosis, pensar en la vuelta y estar alerta, son 30 metros de profundidad en el área de servicio y la narcosis a veces hace acto de presencia.

En esa misma pared , encontrareis alguna langosta escondida, espirografos, un merito y bancos de peces tres colas voraces como siempre os indicaran hacia donde va la corriente. El ascenso hacerlo suavemente por las jorobas, allí tenéis unos 12 metros de profundidad y alguna barracuda y dentones os harán llegar al nirvana si los astros os acompañan.

Los buzos han entendido o eso parece. El grupo capitaneado por un instructor que tiene más inmersiones que el pupas, da las últimas indicaciones. Parecen un comando. El silencio se hace patente en la travesía hasta el punto de buceo. Todo el mundo mima su equipo, comprueban hasta el último detalle, parece un comando SEAL, de repente se rompe una goma de una aleta y en un plis plas ya está arreglada. El jefe de grupo me comenta que querían probar otro sitio en la Costa Brava, que las islas medas la visibilidad no era muy buena y que les habían hablado verdaderas maravillas de Sant Feliu de Guixols. Yo me intento excusar diciéndole que grandes peces como los que ahí en las medas y alrededores aquí no los solemos ver, aquello es una Reserva Marina, aquí cuando llega algún pez un poco más grande de la cuenta está sentenciado a muerte. Se turnan una y otra vez hasta que le dan caza. Años atrás el arrecife de Port Salví era un hervidero de peces, pero la pesca submarina, la pesca descontrolada, redes a la deriva, contaminantes y la pesca de arrastre habían dejado a aquel jardín multicolor poblado solo de seres incomestibles, bellos pero incomestibles. No teníamos ni mejillones, las espardeñas ya habían desaparecido y el erizo estaba siendo exterminado. La lucha por proteger aquella maravilla me había costado dieciocho mil euros de un motor nuevo y seis mil del neumático, de mi pobre semirijida, a parte de las amenazas y las enemistades. Es tan grande el desconocimiento que cuando empieza a verse la luz de un lugar protegido, regulado, cuidado, todavía hay quien se dedica a recoger firmas en contra de la Reserva Marina. Cuando preguntas porqué ese «no» a la reserva, el argumento es tan falso:

– «Se podrá hacer pesca de arrastre», me dicen, cuando en España las reservas marinas tienen terminantemente prohibida la pesca de arrastre, no se podrá pescar con caña en algunas zonas pero en el resto habrá más peces que nunca.

Sería tan fácil preguntar en las reservas marinas que hay repartidas a lo largo de la península ibérica de sus beneficios. Sería tan fácil estar bien informado y no contaminar a la gente con tantas mentiras.

De repente mi corazón a parir, la sangre fluye con fuerza por todo mi cuerpo, la glándula suprarrenal segrega adrenalina a diestro y siniestro, la mar está plana, su color azul hipnótico me tenía escrutando su superficie mientras explicaba las aventuras y desventuras de diez años de lucha en busca de la protección del arrecife de Port Salví, a tan solo 50 metros algo corta la superficie, como si fuera una cuchilla, una gaviota yace mirando y picoteando al mismo tiempo, algo blanco se va dibujando mientras nos acercamos sigilosos. Cuando a penas estamos a unos metros se ve claramente que es un maravilloso pez luna,

– «Poison lune!», grito entusiasmado. Los buzos están estáticos, intento localizar una cámara. Aquella maravilla de la naturaleza reposa en la superficie mientras la gaviota pasota, le picotea la piel en busca de molestos parásitos. Mi cámara no está. Miro a los buzos, aquel comando que no han emitido ni un solo ruido mientras nos acercábamos y los veo a todos tapándose la cara con la mano mientras intentan ver al pez luna a través de la ranura de los ojos. ¡Qué imagen más bonita!, un montón de hombres rana haciendo reverencia ante aquel pez que tumbado en superficie nos regala aquel momento inolvídale en el arrecife de port salvi y todo ello, como dijo el jefe de grupo, a tan solo una hora y media de una ciudad de al lado de Paris y por tan solo 30 euros de vuelo.

Aquellos buzos me arrancaron una sonrisa, nunca vi a nadie taparse los ojos de esa manera en superficie para no molestar al mola mola, siempre lo vi a profundidad.

El sábado llego bomiteitor, aquel buzo que siempre termina llamando a Blass, antes y después de bucear.

– «Fran, hay un pez luna muerto en la playa»,
– «Qué dices!»
– «Está en la playa, es un ejemplar grande, no sé que le puede haber pasado».

– «Vamos a verlo. Espera, que cojo unos guantes y un cuchillo, por si podemos ver si ha muerto a causa de comer plástico.»

Según me voy acercando, se me va haciendo un nudillo en el estomago, que penita. Ya desde lejos se ve claramente la envergadura de aquel ser, yace pálido, acunado por el vaivén de las olas, en su lecho de muerte marino, está rodeado de niños que lo miran, al llegar yo me preguntan aquellos pequeños si se pondrá bien. Mi corazón triste y desconsolado se retuerce mientras observa las marca de una red y el golpe de algún barco en la piel de aquel ser. Mírate, pienso yo, hace unos días nadabas sin fronteras a lo largo de los océanos de este mundo humano y hoy has terminado aquí muerto, después de infinidad de peripecias para haber llegado a ser tan grande. Muchos peligros habrás sorteado, pero esta vez tu condena a muerte se hizo efectiva. Vivías en el corredor de la muerte. Naciste y tenias que morir, aunque tu tamaño es de un metro y medio y pudieras haber llegado a medir tres. Ya te vemos enorme, no es fácil ver un ser marino tan grande por nuestros mares, todo se está muriendo. Intereses económicos, intereses, interés, intereses y todo se va muriendo, pobre madre naturaleza, pobres seres que te acompañan.

¿Serias tu el de el otro día, aquel que sacó su cara fuera del agua para ver quienes eran aquellos seres que no tenían ojos?
¿Serias tu quien nos regalo aquel encuentro con la madre tierra?

Pocos días después otro muerto más, esta vez era uno muy pequeño.

Buen buceo buzos,

Fran

Piscis Diving
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