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Cuaderno de Bitácora Piscis Diving, 04.06.07 : «Te amo»

Hola buzos,

Temperatura buena. Visibilidad buena y el verano de lleno abrazándonos con sus idas y venidas. Tan pronto tenemos 30 grados en superficie y al día siguiente 20. Es el cambio global. Las temperaturas ya no se pueden predecir. Todo el esquema se fue al traste y el mar, como no, con los mismos va y venes de 20 grados de temperatura puede pasar a 14 en tan solo unas horas.
Y entonces fueron las elecciones. Después de las típicas negociaciones, pactos y demás triquiñuelas, el nuevo equipo de gobierno se puso a trabajar en un principio por el pueblo. La reserva subacuática al parecer es uno de los objetivos de este gobierno. Ellos lo saben. Los fondos de Sant Feliu de Guixols se lo merecen. Es un lugar hermosísimo. A la espera de buzos de todo el planeta, en un lugar a tan solo 20 minutos del centro de europa, a 20 minutos del aeropuerto de bajo coste de girona, donde alemanes, franceses, belgas, ingleses, etc. pueden escaparse a bucear en aguas que, a diferencia de sus países, a demás de estar limpias y calientes, están pobladas de vida mediterránea, manifestándose por donde quieras que mires. La reserva no es una mega obra que necesite de mucha infraestructura. Con a penas unas boyas, cadena y un muerto de hormigón ya tienes un punto donde no lanzar el ancla y no joder todo el fondo. Los buzos saben donde está el fondeo y su seguridad está más que garantizada. En capitanía marítima dicen que no quieren poner boyas de señalización por el peligro a la navegación marítima. Y yo me pregunto:
– «¿La seguridad de los muchos buzos que día a día entran, tanto sea desde embarcación como de infantería, no merecen esa seguridad?».

El retraso de la reserva es debido a la administración. Un montón de peticiones y papeles se acumularan en el funcionario de turno a la espera que un día se le presente la santísima inquisición y así, con el susto, acelerarlo y echarlo para alante y así dar un paso más hacia el ecoturismo. ¿Quien será el lumbreras?. ¡Tanto no cuesta un puñao de cadena y unas boyas! y más cuando estás protegiendo un lugar que, si en extensión se le comparara con un bosque, tendría el 80 por ciento más de especies.

¡SOLO EL UNO POR CIENTO DE LA COSTA ESPAÑOLA ESTÁ PROTEGIDO!!!

Que pena.

El lunes me encuentro con uno de mis divemasters, Fede. Al cruzar nuestras miradas ya intuyo que me la va a meter dobladita. La cara de satisfacción que trae solo puede ser de haber pegado el petardazo el sábado noche con alguna guiri de Playa d’Aro, o algo más fuerte como parece darme a entender sus respiraciones y reflexiones antes de metérmela hasta lo más profundo de mi ser:
– «Fran. Esta mañana he estado con mi padre navegando a unos doscientos metros de la playa y de repente veo en superficie algo que flota. Me giro y le digo a mi padre que se acerque. Al estar cerca, pero a una distancia prudencial, paro el motor de la embarcación y con la inercia del barco y, como si se tratara de un imán, nos colocamos a babor de un bulto que jadea en superficie. Al aproximarnos, el animal se sumerge y emerge 15 metros más adelante. La cabeza es del tamaño de un pastor alemán y el caparazón tapizado de pequeñas algas dan un tono verdoso a este fantástico animal. La tortuga, al parecer, no está herida ni muestra ningún síntoma de fatiga, con lo que, después de estar recreándonos durante unos minutos, la dejamos estar y nos vamos a casa a soñar con este animal que un día pobló toda la mediterránea dando a luz sus huevos en playas y calas de esta Costa Brava».
Y todo esto a tan sólo 15 minutos del puerto de Sant Feliu de Guíxols.

El lunes, con la emoción del momento, preparamos unos equipos y nos escapamos, como el que va a echar una primitiva, en busca del caparazón verde de la tortuga. La búsqueda no da su fruto, así que decidimos sumergirnos en el Montelivi. El fondo es espectacular. Es una inmersión 5 tenedores, donde las morenas acuden a desparasitarse debido a la cantidad de peces que se dedican a esta labor. Las morenas son las más grandes de la zona. Algunas te ponen los pelos de punta. A demás, en Montelivi se suelen ver los desplazamientos que hace este animal. El fondo es coralígeno, lleno de agujeros y hendiduras, donde encuentran refugio meros juveniles que también echaron su lotería primitiva al nacer y que, si tienen suerte, podrían llegar a vivir más de 50 años. El fondo lo veo increíble, hasta que empiezo a descubrir la desesperación del ser humano, el fondo está moquetado por una red que no deja respirar al arrecife. Las redes van de un lado al otro sin escrúpulos, aplastando y asfixiando a todo bicho viviente. La red enganchada por todas parte me recuerda a algunas que ya extrajimos en su momento. El problema de esta es que está muy profunda y la tarea será lenta y muy costosa, a demás de entrañar un peligro tanto para los que hacen submarinismo como para la vida del arrecife. En comparativa con la Tierra, se podría decir que un incendio ha devastado un paraíso subacuático del que nadie sabía que existiera, porque quedaba empañado por un mar Mediterráneo que toda la mierda se come. Pero no pasa nada, es parte de ese 99 por ciento de esa España que algunos se les llena la boca nada más que para decir subnormalidades.

Hoy ha sido uno de aquellos buceos que sabes que no se te van a olvidar en la vida. Al girar la esquina de la red veo, casi tocando el fondo con su aleta, un pez luna de considerable tamaño, acompañado por una pareja de limpiadores que se afanan, como los que limpian cristales entre semáforo y semáforo, el dejar niquelado a este ser plomizo que se escapó del molde un día al ver lo singular que era. El «mola mola», al notar algo, sale disparado. Lleva una aleta mordida por algún tiburón. Me escondo detrás del arrecife y no tarda más de un minuto cuando lo veo aparecer. Mis ojos quedaban cubiertos por la cámara y comienzo la aproximación. Primero equilibrio el jacket y cuando me doy cuenta apenas estoy a 50 centímetros de un pez luna que me mira con aquel ojo que tiene a la altura de los pezones. Es maravilloso. Es nuestra Mar Mediterránea. Te amo.

Buen buceo buzos,
Fran

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