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Cuaderno de Bitácora Piscis Diving, 29.05.07 : «Gaviota a la barbacoa. Mmmm …»

Hola buzos,
Las inmersiones se van sucediendo una tras otra. La temperatura en superficie es de unos 19 grados y a partir de 20 metros unos 15 grados. La visibilidad roza los 15 metros en algunas zonas. La temperatura exterior 23 grados. Se podría decir que la cosa está que da gustito.

El sábado consiguieron reventarme el karma terminando unas prácticas del curso de rescate, donde los buzos le habían estado sacando punta a sus técnicas subacuáticas y con unas trompas de Eustaquio cargadas de mocos hasta la trancas.
Unos oligoelementos, ensalzando un fusil de pesca submarina, acosaban una y otra vez a una gaviota que intentaba defender su nido hecho en un rincón de este maravilloso Sant Feliu de Guíxols. La gaviota efectuaba vuelos rasantes por encima de los oligoelementos y estos, apuntando con el fusil cargado, se burlaban del animal. Al ver semejante escenario, me dirigí hacia ellos y, hinchándoseme las venas de la cabeza al máximo, debido al cuello de látex de mi cuello y agravado por mi mala leche, uno de mis oídos imitando a un microondas haciendo palomitas y un dolor importante, le dije que les iba a meter el arpón por el culo. La cara de los oligoelementos se les trasformó, pero la de los buzos que se terminaban de encontrar con esta barbaridad, flipaban el momento.

Pobre gaviota, no se lo merecía, creo yo. Fede me dijo que alguna vez lo había visto. Que sacarle la flecha era un verdadero drama porque el animal sufría mucho. Nuestra cultura es cruel con la naturaleza. En todo el mundo se nos conoce por las corridas de toros. ¡A mí!, que no me gustan nada. Me repulsa que se me asocie a semejante barbaridad, y menos mal que desde Europa no saben lo de clavarles lanzas o dardos o yo que sé qué. La cuestión es que en españa si se te acercan, lo es con mucho miedo. Los gatos en la calle huyen al menor signo de vida, saben que pueden ser quemados, apaleados o lanzados desde un quinto piso.

¡Maldita incultura! Qué poco respeto a la vida. A este lugar que nos ha tocado compartir con estos seres.

El arrecife amaneció esta semana con un grupo de sargos imperiales y un enorme banco de bogas que busca refugio en el arrecife. Es como si supieran que cerca de las rocas es más difícil darles caza. Entre las bogas se camuflan unos espetones que, aunque no son muy grandes, ya muestran su fiereza patrullando el arrecife desde las jorobas del camello hasta el bou. Las puedes estar viendo como secuencian ataques, uno tras otro, con un intervalo de algunos minutos. Oportunista de la confusión que genera los ataques, un dentón enviste contra el cardumen. Las lubinas, sigilosas como los lobos, esperan parapetadas detrás de una roca. Al menor despiste se lanzan y clavan sus mandíbulas en la boga despistada. Un merito nos mira desde 34 metros de profundidad. Parece que con sus aletas me esté indicando que lo acompañe pero, ¿a donde? me pregunto yo… Un pez se acerca, me mira a los ojos y luego al ordenador de buceo. Tengo la sensación que me está controlando, aunque hace unos días, cuando lo empecé a visitar, era yo el que lo estaba obserbando. Me acompaña hasta el final de su territorio y vuelve a su nido costruido en la arena a base de piedrecitas y algas. El nido es del tamaño de una boina, y sus jornadas le habrá costado construirlo.
El mar está azul cielo y los contraluces son fantásticos. La inmersión ha sido una delicia… y eso que aun no hemos conseguido hacer la reserva subacuática. A ver qué pasa ahora que hay nueva legislatura.

Buen buceo buzos,
Fran.