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Cuaderno de Bitácora Piscis Diving, 13 de Octubre 2005:

Hola buzos,
La temperatura del agua en estos momentos: 21 grados en superficie y unos 19-20 grados a 34 metros de profundidad.
La visibilidad 15 metros.
Temperatura exterior 24 grados.
El estado de la mar plano, como el encefalograma de algunos oligoelementos.

Esto era cierto hasta que esta mañana cuando me he levantado he visto lo que las lluvias le han hecho a la mar.

Otra semana más escribiendo el Cuaderno de Bitácora. Ya son pocas las semanas que nos quedan para levantar el campamento en busca de tierras más cálidas donde al menda no le den más ataques de asma y donde podamos encontrar alguna zona donde podamos trabajar en lo que nos apasiona. Supongo que no me tocará saltar ninguna valla (gracias a dios para poder comer no nos va a faltar), somos nómadas del buceo.
Para un garrulillo como yo, se nos enseñó que donde comían 1, comían do y incluso hasta tres.
Que pena que te esté siguiendo la muerte pisándote los talones. Que mires donde mires veas que no tienes escapatoria. Que tu país está corrupto. Que tu familia está contaminada por miserias del primer mundo y que por proteger los diamantes, oro, petróleo o cualquier cosa material de esta maldita sociedad consumista unos muchos tengan que pagar nuestras banalidades con las ganas de comer y la enfermedad.
Qué buen corazón tienen los ibéricos. Ver a los melillenses dándoles un poco de pan a unos chavales que les tocó nacer donde no debían. Corren desconsolados en busca del sueño dorado europeo donde el poder llevarse algo al estómago y rascar algo de pesetillas para la familia es su verdadera triatlón. Donde sus calzados son sus verrugosos pies curtidos por un desierto tan real que ningún parque temático podría simular su crueldad.

El domingo amaneció con mar plana. Normalmente a las 7 de la mañana estoy mirando el mar para que me dé tiempo de avisar a la tribu si las condiciones del mar van a ser las correctas y si podremos meternos nuestra correspondiente dosis de nitrógeno.
El día amanece con un sol naranja que tiñe de un color anaranjado todo el cielo. La rompiente me indica más o menos como va a evolucionar el día y me da tiempo a planear donde podremos meternos el buceo. No me gusta que los buzos pasen un rato incómodo en el barco.
La mañana había amanecido perfecta. Los buzos ya estaban preparados. El agua invitaba a zambullirte.
El perfil de buceo era muy fácil. Los buzos me seguían durante la guiada sin demasiadas preocupaciones. Cuando ya comenzábamos el ascenso, con la roca a nuestra izquierda, uno de los buzos me hace una señal. En principio la señal es confusa. El buzo, mirándome con la ilusión que te produciría una primitiva, me está indicando: «Voy montado, voy cabalgando, voy en tío vivo, soy un vaquero…» Entonces reacciono. Mi cerebro ha decodificado la información de este mimo subacuático. Se trata de un caballito de mar! Su color es rojo con unas líneas blancas que le cruzan desde la cabeza hasta su cola prensil que se encuentra entrelazada a un alga en la que esta completamente camuflado. El animal entonces mostró una mueca. Era la primera vez que me veía. Nunca había tenido el gusto de haberme tropezado con un hipocampus romuloso de color rojo.

En sant feliu de Guíxols es difícil ver a este animal tan expresivo. Su mueca va acompañada de una mirada inquisidora que me lanzó inclinando sus ojos, y no perdiendo de vista la lente de mi cámara, ni mis dedos morcillones. El animal se extrañó. En ningún momento lo toqué, dejando que trascurriera el día con toda normalidad a excepción de las tres fotos que le hice (aunque sabe dios que las ganas que tuve de enrollármelo en el dedo fueron angustiosas). Con un poco de suerte si no lo toca nadie igual elige Sant Feliu de Guíxols para establecer su hogar, en el arrecife de Port Salví.

El domingo día 30 de octubre cerramos temporada.

Buen buceo buzos,
Fran